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1861 - Méndez Álvaro, Francisco







Académico de Número
Real Academia Nacional de Medicina

Toma de Posesión: 28/04/1861

Sillón nº 8

Fallecimiento: 19/12/1883


Biografía:

Puede considerarse sin temor a equivocarse, como uno de los más destacados miembros de nuestra Academia, en la que ostentó reiteradamente el cargo de Presidente. Su figura y personalidad tan sobresaliente, quedaría bien de manifiesto merced a los meritos que atesoraba y que pretendemos resumir en las líneas que siguen.

A su propia pluma, se deben unos datos y notas que integran sus Apuntes para mi biografía y también la propia Biografía que escribió su condiscípulo y gran amigo, el Dr. Nieto Serrano. Nos decidimos a tomarlas como base para redactar la que nos proponemos hacer en esta ocasión.

D. Francisco Méndez Álvaro nació en un pueblecito muy humilde de la provincia de Ávila, en Pajares, el día 27 de junio de 1806, tras un parto difícil que puso en grave peligro su vida, hasta el punto de que sus piadosos progenitores decidieron bautizarle "sub condicione", en el mismo momento de su nacimiento.

Su padre, D. Sebastián Méndez, era un modesto cirujano, que a lo largo de su vida tuvo repetidamente que cambiar de residencia, ante las graves dificultades de todo orden en que vivían los profesionales de aquellos tiempos y aun otros posteriores,

De su educación e instrucción en las primeras letras se ocupó, responsablemente, su buen padre, "cristiano viejo de profundas creencias y segura virtud" que según el hijo dejo escrito en los "Apuntes" "en lo que puso más diligencia fue en inculcarle las máximas de la moral cristiana y enseñarme la doctrina y las practicas propias de un buen hijo de Cristo".

EI mismo, declara en cuanto a su carácter y comportamiento de los primeros años : "Nunca fui bullicioso, juguetón y alegre; niño como era, parecía en la gravedad un hombre. Era precoz en mis juicios; malicioso, por lo tanto, reservado y formal".

A los diez años vino a Madrid, tutelado por su tío D. Pedro de Álvaro, hermano de su madre, comerciante muy acreditado, que le orientó y cuidó para que progresara en sus estudios de humanidades, matemáticas y teneduría de libros, pues entraba en los cálculos de su tutor, hacer del muchacho un buen comerciante, e incluso le hacía pasar muchos ratos detrás del mostrador de uno de sus comercios.

La aversión que sentía el chico por ese oficio, las compañías inconvenientes y las lecturas de autores impíos y de novelistas ateos, entibiaron su fe, con el casi abandono de prácticas de piedad que con tanto celo sus padres cuidaron de inculcarle.

Sin embargo, como el mismo confiesa, su carácter independiente y rebelde le libró, de momento, de mayores males; mas adelante, la tutela y ejemplo de su buena esposa, Dña. Josefa Puente "verdadero dechado de muchas virtudes" le salvo de caer en situaciones más desgraciadas.

Después, convencido su pariente de que sus inclinaciones no iban por el rumbo que él se marcara, accedió a que estudiara Medicina y, en consecuencia, el 10 de octubre de 1823 dio comienzo a los estudios médicos, que prosiguió con toda ilusión y brillantez.

Por circunstancias adversas y como consecuencia de la reforma de la enseñanza en Medicina, se vio forzado a revalidarse de Cirujano de segunda clase, obteniendo el titulo correspondiente el 16 de agosto de 1828.

Contrajo matrimonio seguidamente, con Dña. Josefa Puente, hija del afamado profesor D. Nicolás Puente y se asentó como Cirujano en Pradena de la Sierra, de la provincia de Logroño, asegurándose así unos modestos haberes que alcanzaban la cifra de 7.000 reales, de los que tenía que abonar al barbero, o ayudante, 1.800.

No podía conformarse con aquella precaria situación y por eso, volvió a Madrid en octubre de 1832, para reemprender sus estudios, logrando pronto el grado de Licenciado en Cirugía Medica y tras cursar otro año más de Clínica medica, conquistó el de Licenciado en Medicina el año 1836.

Ya en su primera etapa y bajo la tutela de su tío, este le oriente hacia el estudio de idiomas, capacitándose suficientemente en francés e inglés, que aprovecharía mas tarde para hacer sendas traducciones, primero de la obra de Dance, titulada Guide pour l' etude de La Clinique Medical y a base de ella, con Nieto Serrano (que coincidió con él en los estudios de la Facultad) publico el Manual de auscultación; tuvo gran aceptación entre los estudiantes y médicos jóvenes.

Siguiendo esta misma línea, por los años 1833 y 34, con D. Zacarías Benito González, tradujo la obra de partos, enfermedades de las mujeres y de los niños, de Gardien.

Por entonces también, en 1837, con Nieto Serrano escribió el libro Elementos del arte de los apósitos y publico la Memoria sobre el catarro pulmonar epidémico llamado gripe.

También, por esa misma época, fue definiéndose su faceta literaria y política, colaborando en varios periódicos y fundamentalmente en El Castellano, que después dirigiría. Fundó seguidamente El León Español (con Gutiérrez de la Vega) órgano defensor del Partido moderado, frente al partido de O'Donnell.

Actuando activamente en la política, fue Alcalde Constitucional de la Capital, Secretario del Consejo de Sanidad y después Vocal del mismo, y Consejero de Instrucción Publica.

En dos legislaturas, fue Diputado a Cortes por Madrid. Por su vocación político-literaria, abandono momentáneamente el campo de la Medicina, porque "con su afición a escribir, nadie puede figurarse la cantidad de artículos y ensayos de todo género que salían de sus manos". Como escritor, también se distinguió, dado su brillante estilo y facundia. Colaboro en el Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia (fundado por D. Mariano Delgras) y en la Gaceta Medica, dirigida por su amigo Nieto y, por fin, aparte de otros, en El Siglo Medico, donde pueden leerse miles de artículos y trabajos de nuestro personaje.

En el campo de la Medicina, Méndez Álvaro se distinguió sobre todo, como Medico higienista y son dignos de leer una serie de trabajos publicados en El Siglo Medico, con motivo de la célebre controversia con D. Luis Planelles, donde hace una descripción histórica y epidemiológica de España. Fue el autor, asimismo, de un proyecto de Ley de Sanidad, que no llego a discutirse al producirse un cambio de Gobierno. Asistió, como Delegado de España, a varias Conferencias Internacionales, entre ellas las de Paris, Constantinopla y la de Viena de 1874 y defendió en nuestro país las primeras medidas sanitarias contra las enfermedades pestilenciales, pues tenía el firme convencimiento del carácter contagioso del cólera y de la peste, aun antes del descubrimiento de sus agentes etiológicos.

Otra faceta muy interesante de la vida de nuestro biografiado, es la integrada por sus iniciativas para la organización de asociaciones para la defensa de los intereses y perfeccionamiento de los profesionales de la Medicina y en ese sentido alumbro sucesivamente, la "Academia de Emulación de Ciencias medicas" y el "Instituto Medico", ambos refundidos algún tiempo después, en el "Instituto Medico de Emulación".

Al fin, todos esos esfuerzos cristalizaron en la titulada "Alianza de las clases medicas", origen de los Colegios y otras Instituciones corporativas, predecesoras de las de nuestros días.

Tuvo personal y activa participación en la organización del Centro de Vacunación del Estado (presidia entonces, el mismo, en la Academia, la Comisión correspondiente de Vacunación).

Como Comisario del Museo de Ciencias Naturales, decidió la reorganización de este Centro mediante la oportuna reglamentación. Intervino muy decisivamente en la preparación y promulgación de las Ordenanzas de Farmacia y como político en activo inspire el Decreto de 5 de abril de 1854, que organizaba los partidos médicos. Desempeñaba entonces la Secretaria del Consejo de Sanidad,

A favor de esa legislación, se regularizó el servicio de Higiene Pública y de Medicina Legal. Sin embargo, su eficacia resultó muy escasa, porque este importante Decreto fue prácticamente desconocido por las Juntas provinciales

y barrido, al fin, por el Movimiento revolucionario que ya se preveía.

Por otra parte, su paso por la Academia fue muy significativo y relevante e incluso altamente fructífero, como veremos más adelante. . Torno posesión de su plaza de Académico, ocupando el sillón núm. 8, el día 19 de mayo de 1853.

Fue elegido Presidente de la Corporación el 30 de diciembre de 1864 y otra vez, el 31 de octubre de 1883. Además en otras etapas, fue Vicepresidente en varios bienios, lo que pone bien de manifiesto el alto concepto que merecía de sus compañeros y demuestra su elevado prestigio científico y calidad humana sobresaliente.

Atestigua el Secretario Perpetuo Dr. Nieto Serrano, que "veíasele celoso y solícito asistir puntualmente a nuestras sesiones literarias y de gobierno, a las Secciones y Comisiones. Nunca rehuía el trabajo, antes al contrario, se le encontraba dispuesto a echar sobre si, una parte del que, bien distribuido correspondería a los demás",

Respecto a su actuación como Presidente, también copiamos lo que el mismo compañero dejó escrito:

"Cómo pudo desempeñar este elevado cargo no hay que decirlo estando en la memoria de todos. Representante de la colectividad, nunca de sí mismo ni de una fracción cualquiera; depositario del espíritu tradicional de nuestro notabilísimo Instituto, legó en manos de sus sucesores el depósito confiado a su custodia, no solo incólume, sino acrecentado en consideración y en esperanzas de progresiva prosperidad".

Con su gran prestigio y tenaces gestiones, contribuyo, sin duda, a estabilizar la situación legal de la Academia, elevando su categoría y transcendencia social y asegurando los altos fines para los que fue creada y concebida.

Detalle muy significativo (de entre otros) de su amor por la Academia, fue la donación que hizo en vida, a la biblioteca, "de unos mil doscientos ejemplares y volúmenes seleccionados de entre los muy interesantes que llenaban sus propios estantes".

Entre sus características personales, parece que descollaban, la rectitud y la bondad. "Nadie pudo quejarse de que la parcialidad torciese su juicio en sentido desfavorable a la justicia y a la verdad. Ni de obra ni aun de palabra, se daba por resentido. Apreciaba siempre el merito donde quiera que se le encontraba, y no se doblego jamás a defender una mala causa por motivos poco nobles".

Y así, tras una existencia llena y ejemplar, termino su vida terrena el día 19 de diciembre de 1883, treinta años después de ocupar su plaza de Numerario en la Academia y a dos meses escasos de su segunda elección para ocupar la Presidencia, cargo del que no pudo tomar posesión por su precario estado de salud.

Recordemos en este punto, que pocos días antes de su óbito, el domingo día 9, le fue ofrecido un homenaje verdaderamente apoteósico, con banquete en el salón de Fornos, que estuvo concurridísimo, hasta el punto de que hubo que suspender tres días antes de su celebración el reparto de las tarjetas, para evitar la presencia de un número mayor de comensales de los que realmente permitía el amplio y magnifico salón elegido para el acto.

En un ejemplar de EI Globo, de aquella época, se pudo leer: "Desde la noche en que por igual medio se festejo al insigne novelista español Sr. Pérez Galdós, no habíamos presenciado espectáculo tan grandioso y significativo".

Al final, hicieron usa de la palabra en honor del agasajado, personajes y figuras muy representativas y destacadas de la Medicina, política y periodismo, tales como Isidoro Osio, Rufilanchas, Nieto Serrano, Capdevila, Miguel Moya, Santero, Victor Acha, Claudio Moyano, Gutiérrez de la Vega, Federico Rubio, etc.

Con tal motivo, le fueron ofrecidos al homenajeado ricos presentes: una corona de plata, por los médicos del Instituto de Vacunación: otra de laurel, de la Sociedad Jenneriana; una magnifica escribanía de plata, por sus compañeros de EI Siglo Medico, y una carpeta-álbum con más de 4.000 firmas, con emotiva dedicatoria redactada por el Dr. Pulido.

El discurso de agradecimiento pronunciado al final por el Dr. Méndez Álvaro, fue un modelo de pieza oratoria, por su calidad emotiva y literaria.

Al producirse su fallecimiento diez días después, se puso de manifiesto la expresión de unánime sentimiento en toda España, como se demuestra por el sinnúmero de testimonios recibidos y de que da cumplida información la prensa de entonces y muy en especial el prestigioso periódico profesional EI Siglo Medico, que nuestro Académico regento con tanto acierto durante muchos años.

De su prestigio y popularidad, queda en el callejero de Madrid una vía que le dedicó el Ayuntamiento y con la que se perpetúa su memoria inmarcesible.

Por su actividad incansable y polimorfa (científica, profesional, de escritor y periodista, en el campo de la política, etc.) fue objeto de un inacabable numero de distinciones, honores y premios. Su simple enumeración resultaría interminable, por lo que haremos una relación muy reducida, o sucinta.

Fue Académico Corresponsal de la mayoría de las Academias Medicas de Distrito, de la de Ciencias Naturales de Marsella y del Instituto Medico Valenciano.

Socio de múltiples Corporaciones científicas extranjeras (de Montpelier, Dresde, Londres, Paris, Lion, Roma y Milán, de Bruselas y de Lisboa, entre otras), de la Sociedad Italiana de Higiene, Sociedad Francesa de Higiene, Sociedad de Medicina Pública y de Higiene Profesionales de Paris y de la Sociedad Jenneriana.

Poseía varias y valiosas condecoraciones, tales como la Cruz de Epidemias,

la Cruz de Caballero de la Real y Distinguida Orden de Carlos III, . la de Comendador de la misma y la Gran Cruz de Isabel la Católica.

Y para rematar esta sucinta semblanza del Dr. Méndez Álvaro, señalemos que su facundia fue verdaderamente asombrosa. Es autor de un número extraordinario de publicaciones, trabajos y obras, de entre los que se distinguen los que tratan de temas de Higiene, que, sin duda, constituyo el motivo de su más relevante preocupación.

Para justificar nuestro aserto, enumeremos las siguientes, aunque sea en fría serie:

Reflexiones sobre el catarro epidémico llamado gripe.

Breves consideraciones sobre la mortalidad de los niños expósitos.

Zurribanda critico-medico-literaria que da al Dr. Hisern y Molleras cierto oscuro pelafustán, llamado el bachiller Ajenjos.

Defensa de Hipócrates y del vitalismo.

Discurso acerca de las viruelas.

Elementos del arte de los apósitos (en colab. con Nieto y Serrano).

Formulario especial para el tratamiento de las enfermedades venéreas.

De la actividad humana en su relación con la salud y el gobierno de los pueblos.

Consideraciones sobre la Higiene pública y mejoras que reclama en España la Higiene municipal.

La lepra en España a mediados del siglo XIX,

Defensa de la clase médica contra las pretensiones de cirujanos y practicantes.

Elementos del arte de los apósitos (3.ª ed.)

La Conferencia sanitaria internacional celebrada en Viena el año 1874

Resumen de la discusión sobre la mortalidad de Madrid.

Importancia y grandeza de la Higiene.

Breves apuntes para la historia del periodismo medico y farmacéutico en España.

Como traducciones, destaquemos las siguientes:

Patología general, de Chomel.

Clínica Médica, de Andral.

Texto del Atlas de Anatomía, de Masse.

Tratado de las enfermedades de las mujeres, par Favre.

Tratado de Anatomía General, Histología y Organogenia, por Marchesseau.

Tratado teórico-práctico de los partos, por Chailly.

Patología externa, de Vidal de Casis.

Tratado teórico-práctico de enfermedades de los ojos, por Desmarres.

Tratado completo de enfermedades venéreas, par Favre.

Si nos empeñásemos en hacer un comentario y glosa de esta fecunda labor publicitaria, se alargaría desmesuradamente nuestro empeño bibliográfico, ocupando un espacio del que no debemos abusar.

Sin embargo, no resisto a dejar sin comentario -aunque sea muy someramente- por ser altamente representativo de sus actividades y preferencia, la Memoria presentada por él, para su admisión, como Socio de Número, a la Academia de Medicina.

Se titula "Consideraciones sobre la Higiene pública y mejoras que reclama en España la Higiene municipal".

Ya considerando simplemente el titulo, resulta altamente atrayente, pero es, que por su contenido -vasto, detallado y completo-puede considerarse como un índice o esquema perfecto, para el desarrollo de un verdadero tratado de Higiene Pública, según la nomenclatura usada en aquella época.

En su introducción, recalca la doctrina de que todas las Ciencias y todos los estudios, convergen para proporcionar "el bienestar y felicidad de nuestra especie, cuya base es la salud".

Inicia su trabajo con unas Consideraciones Generales, en donde se trata de puntualizar el concepto y alcance de esta Ciencia de la salud, señalando "que en todos los tiempos haya existido una Higiene más o menos perfecta: rudimentaria en la antigüedad, infantil desde la época de Hipócrates, adolescente ahora, pero caminando deprisa hacia su completo desenvolvimiento". La profecía del autor se ha ido cumpliendo claramente.

Hay, a continuación, sendas páginas en que se desarrolla la evolución de la Higiene a través de los tiempos y también se comenta el impulso logrado en los diversos países mas avanzados, Francia, Alemania, Inglaterra, entre los europeos.

En una Segunda Parte, se plantean y estudian las mejoras que reclama en España, la Higiene municipal, con una serie de capítulos o apartados que ocupan una extensión de casi cien páginas, tamaño folio.

Trata en ellos, de la Disposición de las poblaciones, Edificios en general, Casas modelo para las clases pobres, Edificios públicos, Establecimientos insalubres, incómodos y peligrosos (denominación admitida en la legislación actual), Policía de las calles, plazas y plazuelas, Paseos, Animales domésticos, Cementerios, Endemias, epidemias, contagios y epizootias y, por fin, otros especialmente dedicados a Vacunación, Topografía medica, Estadística, Intrusión en las profesiones medicas, y Reglamentos de Salubridad-Manuales o Cartillas de Higiene. No falta en este completo Tratado, la "Enseñanza popular", señalando como deber de los Ayuntamientos el de que fomenten la publicación de Manuales y Cartillas de Higiene y que sostengan algún Centro y personal para conseguir alguna enseñanza de higiene popular.

No se precisa hacer comentario alguno para darse cuenta de la perspicacia, cultura y preocupación de nuestro ilustre Académico, que en sus tiempos supo adelantarse tan genialmente, en ideas y conceptos, que bien pueden darse, sin gran esfuerzo, como actuales.

Considerando la actividad que desarrollo en su vida el Dr. Méndez Álvaro (que se refleja fielmente en el extraordinario número y calidad de su ingente obra publicitaria), se comprende la admiración unánime que despertó entre sus coetáneos y el prestigio tan merecido que alcanzo en su época, del que, en justicia, hemos querido ser portavoz nosotros, en estas páginas.

Fuente: “Galería de Presidentes de la Real Academia Nacional de Medicina”, Valentín Matilla Gómez, Real Academia Nacional de Medicina, 1982.