Real Academia Nacional de Medicina

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Académico de Número
Real Academia Nacional de Medicina

Toma de Posesión: 08/11/1891

Sillón nº 15

Discurso de Ingreso: "La bacteriología y la terapéutica".

Contestación: Excmo. Sr. D. Ángel Pulido Fernández.

Fallecimiento: 24/08/1933


Biografía:

Don Carlos Maria Cortezo y Prieto de Orche nació el día 1º de abril de 1850 en la calle de Relatores, de Madrid, en el seno de una familia acomodada de la clase media. La perdida prematura del cabeza de familia obligó a la madre en la total educación de sus cuatro hijos.

Carlos hizo sus estudios de segunda enseñanza en el Instituto de San Isidro, demostrando ya allí una clara inteligencia y memoria feliz. En 1866 inicia sus estudios de Medicina en el Colegio de San Carlos, simultaneándolos con los de Filosofía, su preferente vocación o tendencia.

En 1870 obtuvo el título de Licenciado en Medicina y seis meses después aprobó la tesis doctoral sobre «La influencia de las bebidas alcohólicas en la Patología y Terapéutica».

Poco después ingreso como Médico de guardia en el Hospital de la Princesa (Beneficencia General). En este centro, ya de gran prestigio entonces, cimento su fama de clínico experto.

Ya en esta época participó en unas muy sonadas oposiciones a la Cátedra de Patología y Clínica Medicas de la Universidad de Barcelona.

Pese a la gran calidad de sus ejercicios, tanto teóricos como en los prácticos, no le fue adjudicada la Cátedra. Al año escaso de este adverso episodio logró rotundo éxito en las oposiciones a la Cátedra de Fisiología de la Facultad de Granada. Sin embargo, muy pronto renunció a ella para seguir al lado del Profesor Gómez Ocaña, en Madrid, con el que participó activamente en la función docente.

Por su condición innata de hombre «rebelde e indisciplinado», Cortezo sufrió contrariedades y fracasos a lo largo de su dilatada vida, pese a que «cuando joven tenía la experiencia del viejo y al llegar a esta edad provecta tiene el entusiasmo del joven», como decía algún ilustre Profesor que le trató muy a fondo.

Su prestigio como clínico fue extraordinario en el medio profesional madrileño.

A lo largo de su existencia, con desbordante actividad, supo cubrir facetas multiformes con perfección suma. Se distinguió pronto como orador y publicista. Dirigió durante muchos años «El Siglo Médico», la revista profesional más acreditada y difundida.

En 1878 fundó con Méndez Álvaro la Sociedad Española de Higiene, de gran influencia social en lo medico, dentro y fuera de España.

Por entonces abandonó prácticamente sus actividades profesionales y del Hospital de la Princesa (en donde llego a ser Decano) para actuar en el campo de la política.

En la legislatura que se inició en 1891 fue elegido Diputado por un distrito leonés y posteriormente siguió siéndolo por circunscripciones de Galicia.

También por entonces fue Vicepresidente del Congreso de los Diputados y después Senador, con carácter de vitalicio unos años después.

En 1899, y en circunstancias sanitarias muy críticas, fue nombrado Director General de Sanidad, actividad en que desplegó una labor transcendental.

Elaboró la Instrucción General de Sanidad y reorganizó la propia Dirección, después de lo cual cesó voluntariamente.

Meses después se vio promovido al cargo de Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, en donde también se puso de manifiesto su inteligencia, laboriosidad y patriotismo.

En 1909, Consejero permanente de Estado, que mas tarde presidió. Consejero de Instrucción Pública y de Sanidad (Consejo que también presidió). Presidente del Consejo de Protección a la Infancia.

En la Real Academia Nacional de Medicina ingresó el día 8 de noviembre de 1891 con un magnifico discurso, al que contestó el ilustre Dr. Pulido.

Desde 1914 a 1928 fue Presidente insustituible. Renunció voluntariamente en la última fecha para dar paso a otros compañeros. Entonces fue proclamado, por aclamación, Presidente de honor.

En 1915 le fue tributado un magno homenaje nacional con asistencia de las más destacadas figuras de la Ciencia, el Arte y la Política.

Poseía un sinnúmero de condecoraciones: por encima de todas, la Gran Cruz y Collar de Carlos III y, excepcionalmente, el Toisón de oro.

A poco quedó ciego y siguió trabajando tenazmente. En la tarde del 24 de agosto de 1933 expiró este gran español, cuyo recuerdo sigue perenne e insoslayable en la mejor historia de nuestra patria.

Fuente: “202 Biografías Académicas”, Valentín Matilla Gómez, Real Academia Nacional de Medicina, Madrid, 1987.