Real Academia Nacional de Medicina
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1861 - Alonso y Rubio, Francisco

 

 

 

 

 

 

Académico de Número
Real Academia Nacional de Medicina

Toma de Posesión: 28/04/1861

Sillón nº 6

Fallecimiento: 15/01/1894

 

Biografía:

Al decir del que fue ilustre Académico, Secretario Perpetuo y después Presidente, Dr. Nieto y Serrano, Marqués de Guadalerzas, la personalidad cuyo estudio biográfico iniciamos, fue "una de las figuras más interesantes y distinguidas que han brillado en España en el siglo actual" (se refería, naturalmente, al XIX).

Del Dr. Alonso y Rubio existe en nuestra biblioteca una detalladísima y magnifica biografía, que nos va a servir fundamentalmente para redactar la que sucintamente nos disponemos a trazar. La escribió el Dr. Iglesias y Díaz.

Aparte, también disponemos de un abundante material, consistente en Memorias, Discursos y trabajos científicos, que indudablemente permiten formar una más exacta idea de su vida y obra.

Confiamos en que la imagen que vamos a intentar transmitir sirva para que nuestros lectores corroboren la veracidad y justicia con que sus contemporáneos le alabaron y participen de la profunda admiración que nosotros sentimos, cuando hemos profundizado en las  características y pormenores de su ingente labor.

Francisco Alonso y Rubio nació en Madrid y en la tradicional calle de Toledo, al anochecer del día 2 de diciembre de 1813, recibiendo el sacramento del bautismo tres días después, en la Iglesia parroquial de S. Millán. Se le impusieron los nombres de Francisco Bibiano.

Fueron sus progenitores, D. Félix Alonso, natural de Leganés, que ejercía el modesto oficio de enjalmero en un pequeño establecimiento propio, asentado en el bajo del domicilio, en la citada vía madrileña.

La madre, Dña. Josefa Rubio, de Cabezamesada (Toledo) era una mujer discreta, prudente, modelo de esposa y madre, que parece auguro para ese hijo un porvenir brillante, al valorar sus cualidades e inteligencia.

Francisco era el menor de los cuatro hermanos y como ellos, cursó las primeras letras en un colegio oficial próximo y las materias que constituyen la que ahora se denomina Segunda Enseñanza (más recientemente Enseñanza General Básica), en el colegio de los PP. Jesuitas, establecido en el edificio que actualmente es Instituto de San Isidro.

Desde sus primeros pasos como escolar, fue muy apreciado por sus maestros y también el recordaba siempre a los jesuitas con especial admiración y cariño. Dejo escrito de ellos que "fueron celosos directores de mi educación; ellos fueron para mi verdaderos padres; excitaron en mi alma una noble emulación, y me enseñaron a amar a Dios, la ciencia y el trabajo.

Permitidme que aproveche esta ocasión -sigue diciendo-para tributarles el sincero homenaje de mi admiración y agradecimiento",

Y siguiendo el consejo de sus profesores, tras de alcanzar el título de Bachiller con brillantes calificaciones, se matriculo en los estudios superiores para aspirar al título de Medico-cirujano, con arreglo al plan de 30 de junio de 1827 que había inspirado Castello.

Durante los siete cursos de sus estudios universitarios también se distinguió por su aprovechamiento y brillantez, animado por una vocación cada vez más firme, aprovechando al máximo las enseñanzas de los ilustres profesores de aquel Claustro y siendo discípulo predilecto del gran cirujano D. Pedro de Argumosa.

Fue, desde el tercer curso, colegial interno y ganó el premio extraordinario de fin de carrera, el 23 de mayo de 1834. Recibió el grado de Bachiller en Medicina y Cirugía el 26 de octubre de 1837 y el de Licenciado al año siguiente.

Tres años después, en 1840, obtuvo por oposición una plaza de Ayudante de Profesor del Colegio de San Carlos y el 6 de marzo de 1843, recibía el grado de Doctor solemnemente, siendo su padrino el prestigioso Catedrático D. Tomas de Corral y Oña, Marques de San Gregorio, que en cierto modo fue siempre su preceptor y guía.

En ese mismo año, se promulgó la reforma de la enseñanza de la Medicina con el nuevo plan inspirado por el ilustre Dr. Pedro Mata y en consecuencia, fue nuestro biografiado nombrado Profesor Agregado. Se le encargo de sustituir en la Clínica de Obstetricia al propio Marques de San Gregorio afamado tocólogo, así como de explicar la asignatura de Obstetricia y de Patología de la mujer y de los niños, a los cirujanos de segunda clase.

Por esa misma época se crearon las asignaturas correspondientes, para enseñar las especialidades: Enfermedades específicas (Sifilografía), Oftalmología y Dermatología. La explicación de la primera de ellas se encomendó al Dr. Alonso y Rubio, cometido que cumplió durante varios cursos con gran competencia y correcta dedicación.

Promovido para el cargo de Rector de la Universidad Central el Prof. Corral y Oña, le sustituyó en la Cátedra y Clínica de Obstetricia y Enfermedades de la mujer y de los niños, el Dr. Alonso y Rubio.

Para ella fue nombrado Catedrático numerario por Orden de 18 de abril de 1854 y a partir de entonces, desempeñó su nuevo encargo sin interrupción, hasta el 28 de diciembre de 1868 en que, sin justificación alguna, fue cesado por el Gobierno provisional que nació de la revolución de septiembre del mismo año, y se le declaró excedente.

Volvió al servicio activo en junio de 1874, pero unos meses después por disconformidad con la marcha de la enseñanza e incompatibilidad con la nueva política universitaria, pidió la jubilación en la Cátedra, que le fue concedida por R. O. de 11 de marzo de 1875. Había cumplido sesenta años de edad.

Del imborrable y grato recuerdo que dejo, es buena prueba el oficio que le envió el Decano de la Facultad dándole "las gracias por sus eminentes servicios a la enseñanza, en nombre del Claustro y de toda la juventud médica, que si una y otro pierden con su renuncia uno de sus más ilustres maestros, su nombre y el recuerdo de sus sabias lecciones servirán siempre de modelo digno de imitación".

Como dato curioso haremos constar que por la Junta de pensiones civiles se le reconocieron 42 años, 2 meses y 24 días de servicios efectivos, asignándole el haber anual de 5.200 ptas. como Catedrático de término, cuatro quintas partes del sueldo regulador de 6.500 ptas.

De su ejercicio al frente de la Cátedra de Obstetricia y Enfermedades de la mujer y de los niños, diría después su discípulo, el Dr. Iglesias y Díaz, en la magnifica biografía ya citada: "el Sr. Alonso reunía, en grado eminente, las cualidades naturales y adquiridas que caracterizan a los grandes maestros. De figura gallarda, digna y simpática; de finos modales; atento siempre y considerado con sus alumnos, a los que trata con el mayor afecto, jamás se dijo de él que les hubiera molestado con palabra alguna malsonante.

Era celoso en el cumplimiento de sus deberes académicos, empleaba siempre lenguaje y estilo didáctico, y su exposición resultaba clara, metódica y concisa".

Escribió por encargo del Gobierno el "Manual de Obstetricia" para la enseñanza de las matronas y se distinguió siempre por su ponderación y rectitud en los numerosos tribunales de que formó parte, para cubrir plazas de internos, profesores clínicos, ayudantes y catedráticos.

Fuera del ámbito de la docencia, en 1874, siendo Profesor agregado, obtuvo por oposición, una plaza de Medico del Real Patrimonio y ascendido más tarde a Medico de número, asistió como ayudante del Presidente de la Real Cámara, Marques de San Gregorio, a algunos partos de la Reina Isabel.

Nuevo ascenso años después a segundo medico de Cámara y por fin, como primer medico a consecuencia de la dimisión del Marqués de San Gregorio, paso a desempeñar el difícil cargo de Presidente de las Facultades de Medicina de la Real Cámara y de la Real Casa y Patrimonio, en 31 de octubre de 1880.

Al realizarse el matrimonio del Rey Alfonso XII, en segundas nupcias, se supo que entre las clausulas matrimoniales establecidas por vía diplomática, figuraba una por la que se establecía que sería un profesor austríaco el encargado de la asistencia médica de la Reina Maria Cristina.

En tan críticas circunstancias y reconociendo de antemano, nuestro personaje, el derecho "que todos tenemos de depositar nuestra confianza en el médico que más nos agrade", después del nacimiento de S. A. R., la Princesa de Asturias, Dña. Mª. Mercedes (a cuyo acto no asistió, pese a su bien cimentada fama de tocólogo experto), presento la dimisión de su elevado puesto en la Real Cámara.

Fue una resolución muy bien recibida y encomiada por todos los compañeros y por la clase médica española en general.

Haciéndose eco también de ese unánime sentir, la Sociedad Ginecológica Española de la que era Presidente perpetuo, le rindió un cálido homenaje, aprovechando el nobilísimo rasgo del Rey Alfonso XII que le concedió la Gran Cruz de Carlos III "en reconocimiento de sus elevados meritos y servicios y como expresión de la estima en que le tenía".

Consecuencia lógica de su renombre y fama, el Dr. Alonso y Rubio perteneció a incontables y prestigiosas Sociedades científicas y literarias.

Así, además de estar en la Academia, como mas adelante detallaremos, era socio del Ateneo Científico y Literario de la Corte, a donde concurría con frecuencia tomando parte activa en sus sesiones y debates.

Perteneció al Instituto Medico-Ouirúrgico, a la Academia de Ciencias naturales y Físicas de Málaga, a la Sociedad de Emulación y Filantropía de los hospitales generales de Madrid (de la que era fundador y Secretario) y de las Academias Quirúrgicas Matritense y Cesaraugustiana (de las que llego a ser Socio de merito).

Participó activamente en muchos Congresos, tales como el que se celebró en 1864, en el paraninfo de la Universidad Central.

En 1888 presidio un Congreso ginecológico, aportando sendas comunicaciones sobre "la necesidad de establecer adherencias en el tratamiento de los quistes de la cavidad abdominal" y otra sobre el cáncer, en cuanto a ser tributario preferentemente, de tratamiento quirúrgico.

Fue fundador del "Montepío facultativo", benéfica institución similar a la Asociación de Médicos en Francia.

En 1874, fue designado, por acuerdo del Consejo de Ministros, para formar parte de una Comisión encargada de actualizar el Reglamento y Cuadro de exenciones físicas para el ingreso en el Ejército y en la Armada.

También dedicó buena parte de sus actividades y tiempo, a la obra de la administración sanitaria y así, fue Vocal del Real Consejo de Sanidad y Presidente de su Sección 1ª. Años después se le confirió el cargo de Vicepresidente de ese alto Consejo.

Fue designado para formar parte, como Presidente, de la Comisión científica que se trasladaría a Valencia para informar sobre la campaña de vacunación anticolérica dirigida por Ferrán.

Fue Senador; elegido por la Real Academia, primero, y por la provincia de Toledo en la siguiente legislatura.

Por R. D. de 26 de octubre de 1889 fue designado Senador Vitalicio. Sus intervenciones en el Senado fueron siempre consideradas con todo respeto, para defender diversos proyectos sobre Sanidad e Instrucción Publica.

Poseía numerosas condecoraciones:

Encomienda de la Orden de Carlos III; Encomienda de la Orden de Cristo de Portugal; Cruz de Beneficencia de primera clase; Gran Cruz de Isabel la Católica; Gran Cruz de la Orden de Cristo de Portugal; Gran Cruz de Carlos III.

La actividad bibliográfica del Dr. Alonso y Rubio también fue muy extensa e interesante y de ella vamos a dar sucinta relación.

Hay importantes publicaciones medicas y otras -también abundantes y de interés- sobre diversos asuntos y temas extra médicos.

Quizá la obra más interesante es "Clínica Tocológica". Hechos de distocia observados en la práctica civil desde el año 1848 a 1862, que dedica al Marques de San Gregorio que tanto admiraba.

En esta obra reseña con gran acúmulo de datos y positiva experiencia, una variedad de distocias que fueron resueltas con destreza.

Detalla también muy cumplidamente, la utilización del fórceps y sale al paso de los errores que se cometen frecuentemente en su aplicación, con positivo riesgo para la madre y para el feto.

Sobradamente anticuado y por consiguiente muy insuficiente el Compendio del arte de partear de Pedro Virgili (impreso en 1765), el Gobierno encargo a Alonso su sustitución.

Por ello, publico en 1866 el Manual del arte de Obstetricia para uso de las Matronas obra que está dividido en seis partes, a lo largo de las cuales se contienen conocimientos básicos de orden anatómico y fisiológico de la pelvis en especial y órganos genitales de la mujer, desarrollo y evolución del feto, marcha normal del embarazo y del parto y puerperio, con los posibles accidentes, en los que la Matrona deberá requerir la intervención del Médico.

En la Sociedad Ginecológica Española también tuvo una continuada intervención, muy interesante.

Con ocasión de la sesión inaugural de 14 de junio de 1874, intervino para señalar el pensamiento, propósito, vida científica y porvenir de la Sociedad, considerando que sus fines son puramente científicos y que su labor seria plasmada en unos "Anales de Ginecología y Obstetricia" en los que el mismo se comprometía a elaborar.

En otro discurso posterior hizo un estudio detallado, perfecto y original, del "Uso y abuso del fórceps", delimitando exactamente sus indicaciones y posibilidades, al tiempo que censuraba acremente los abusos en que frecuentemente se incurría, empleando esta técnica en momentos y condiciones no apropiadas, que iban a irrogar a la madre y al feto perjuicios, a veces irreparables, "Breves consideraciones acerca del parasitismo con aplicación a la Tocología".

Es otro trabajo en el que critica y censura una serie de prácticas y curas que sin verdadera indicación y sin prever sus peligros, se empleaban, a menudo, por Médicos y Comadronas.

Para no alargar en demasía esta relación de trabajos, propiamente de la especialidad tocológica que domino con tanta exactitud y eficacia, añadiremos simplemente que casi fueron incontables los que publico en las revistas que editaba la Sociedad Ginecológica, que el presidio durante muchos años.

En otra línea, citemos ahora otros dos Discursos notables pronunciados por el Dr. Alonso y Rubio: "Breves reflexiones sobre la enseñanza en la Facultad de Medicina de Madrid, medios de mejorarlas y perfeccionarla", y "Mi profesión de fe médica, seguida de un examen crítico de la Medicina contemporánea".

Son dos trabajos altamente interesantes y aleccionadores. En muchos aspectos, podrían ser suscritos por su contenido y originalidad, en los tiempos presentes.

Hay otra serie de trabajos altamente interesantes también y que son de carácter literario-filosófico, político-social, moral y educativo.

En primer término nos queremos referir al Discurso de inauguración del año académico de 1867-68, en la Universidad Central, que se edito en forma de folleto de 48 páginas, en 4ª.

Se titula simplemente "De la educación" y en él se trata, tanto de la educación física como de la intelectual, con conceptos básicos en materia educativa, a sus diversas vertientes.

Este trabajo, complementaba realmente el editado en un librito de 275 páginas, en 8ª, que en 1862 había visto la luz y firmado por el mismo, con el titulo Breves páginas dedicadas a la educación moral de los hijos, en el que se vierten una serie de conceptos, inspirados en su propia experiencia y con el fundamento de los principios inmutables de la fe y de la moral cristiana, que el profesó muy sinceramente desde su infancia hasta el final de su vida.

La mujer bajo el punto de vista filosófico, social y moral; sus deberes en relación con la familia y la sociedad, Madrid, 1863, un tomo de 257 páginas.

Estudio filosófico del hombre, Madrid, 1870, un volumen de 310 páginas.

Señalemos simplemente que se trata de dos magníficos ensayos, dignos de ser leídos y meditados por la profundidad y originalidad de su doctrina y contenido. Se leen sin soltarlos de la mano.

No podemos dejar de noticiar cuatro folletos publicados entre 1875 y 1887, de carácter político-social, que respectivamente se titulan:

Estudios políticos y sociales, 1876, 147 páginas.

Estudios políticos sobre el presente de la sociedad española.

Cartas políticas y sociales, 1876, 117 páginas.

Apuntes sobre reformas administrativas, 1881, 64 páginas.

Colaboró asiduamente en los periódicos y revistas profesionales, tales como el Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia, Archivos de la Medicina española y extranjera y, sobre todo, en El Siglo Medico que comenzó a difundirse con creciente éxito el 1º de enero de 1854.

También se distinguió el Dr. Alonso, como traductor y así, hizo la versión española del Tratado práctico de partos de F. J. Moreau, en aquel momento considerado como obra fundamental entre tocólogos y médicos generales; el Resumen práctico y razonado del diagnostico del Dr. A. Raciborski.

Tratado completo de enfermedades externas y de las operaciones que exigen, de Berard, DenonviIliers, Boyer, &; Guía del médico practico de Valleix, y otras.

La extraordinaria fecundidad demostrada por el Dr. Alonso y Rubio queda así patente y fuera de toda duda y no sólo por lo que hace referencia a trabajos y libros sobre su especialidad y de otras facetas de la Medicina, sino por sus aventajadas incursiones por el terreno de la Filosofía, de la Moral y de la Administración, preferentemente.

En aquellos momentos estaba vigente para las Reales Academias de Medicina y Cirugía del Reino, el Reglamento promulgado por Decreto de 28 de agosto de 1830.

En su virtud, fue declarado como Académico Numerario, el Prof. Alonso y Rubio, a tenor de lo que disponía el artículo 19, capítulo II y por haber sido nombrado Catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad. El acuerdo fue tornado por la Academia en sesión ordinaria celebrada el 24 de febrero de 1851, después de dar lectura al Oficio del Decanato de la Facultad notificando su calidad profesoral y su repercusión académica,

Se le asignó la Medalla y Sillón núm. 6 y desde entonces su permanencia en la Academia fue muy próxima a los 43 años, durante los cuales actuó asidua y activamente, colaborando en las importantes tareas a aquella encomendadas.

Formó parte de sus diversas Secciones y presidió durante muchos años, la de Cirugía, sobre todo después de que entrara en vigencia el nuevo Reglamento de 1861, que sustituyó al de 1830, dando vida más fecunda y atribuciones nuevas a la Corporación.

En 1862 le correspondió inaugurar las sesiones y lo hizo con un magnifico discurso sobre "Biografía de D. Pedro Castello y Ginestá" primer Marques de la Salud, que fue a no dudarlo, una de las figuras medicas más sobresalientes del siglo.

Fue Catedrático de varias Facultades de Medicina en provincias y después, del Colegio de San Carlos, en donde desempeño desde 1861, la asignatura de "Obstetricia, Patología especial de la mujer y de los niños y afecciones sifilíticas", sucediendo a su tío, del mismo apellido.

Cirujano castrense y de la Real Familia, tuvo un gran ascendiente cerca del Rey Fernando VII. Reformó la enseñanza médica en 1827 y la Sanidad castrense y civil, y también el de las Reales Academias de Medicina y Cirugía del Reino, así como el régimen de desarrollo de la profesión médica.

A Castello se debe, asimismo, la construcción del Real Colegio de San Carlos, en el edificio que aún existe. Alonso y Rubio asegura en su aludido Discurso, que Castello "poseía virtud acrisolada, merito reconocido y fe científica nunca extinguida".

Nuestro biografiado intervino en diversas ocasiones posteriores, en cuestiones que se debatieron en la Academia y así, en relación con la epidemia de cólera del 54, y también en la célebre discusión que se entablo entre el Dr. Mata y el Dr. Santero, en la que, por su parte, reivindicó el nombre de Hipócrates y su sistema filosófico para la investigación de la verdad y, en definitiva, la doctrina hipocrática y el naturalismo.

En 1864 tuvo también una intervención feliz al tratar de cuestión tan interesante como "la traqueotomía en el garrotillo", haciendo un acabado estudio de la técnica en discusión que, en principio, defendía porque evita la asfixia.

Torno parte, asimismo, en las sesiones de gran nivel científico (1864-65) en que se debatió sobre la tisis pulmonar y su durabilidad. Su intervención fue muy comentada.

Volvió a tratarse en la Academia del grave azote colérico con ocasión de la epidemia del año 1865 y se le dedicaron varias sesiones en las que se oyó repetidamente la voz autorizada del Dr. Alonso.

Llevó a la Academia sus conceptos sobre diversos temas de su especialidad, como los quistes de ovario y la ovariotomía, el uso del cornezuelo de centeno en el parto, tumores malignos (mamarios y uterino), el uso de la sangría en diversos estados y enfermedades del aparato genital en la mujer.

También demostró su inquietud y competencia en problemas ajenos a su especialidad y así, disertó en alguna ocasión sobre "La profilaxis y terapéutica de la viruela", "la significación de la materia orgánica en las aguas minerales", "el empleo de ciertos medicamentos en dosis altas", etc.

A guisa de ejemplo hemos citado los anteriores temas, tratados con reconocida solvencia por nuestro personaje en la Academia y como muestra de su capacitación extraordinaria, tanto por el número como por la calidad de sus intervenciones.

Formo parte de la Directiva académica, primero como Tesorero en 1864, después como Vicepresidente en 1872 y 1874, para pasar al cargo Presidente, como resultado de la elección secreta celebrada en la sesión del 17 de enero de 1877.

En ella, se puso de manifiesto que el Marques de San Gregorio a la sazón Presidente, "estaba decidido a no aceptar la reelección de su cargo para el cual le proponía la Comisión, por ser incompatible con sus ocupaciones y porque creía más conveniente una nueva elección", resultando entonces elegido el Dr. Alonso y Rubio por 11 votos, habiendo obtenido el Marqués de San Gregorio, 9.

Alonso y Rubio fue reelegido el 29 de diciembre de 1892. También fue proclamado Senador por la Academia en las elecciones generales de 1877, 1879 y 1891. Por su actividad y celo al servicio de la Academia, puede considerársele como un excelente Presidente. Sin embargo, en su segunda etapa presidencial no pudo dedicarse con tanta actividad, a consecuencia de su precario estado de salud. Hacía ya años, en 1881, en que víctima de pequeños achaques consecuentes a su avanzada edad, abandonó el ejercicio profesional en la especialidad tocológica que le había proporcionado tantas satisfacciones y renombre. Entre esas deficiencias orgánicas (la mentalidad la conservó íntegramente hasta el final de la vida), acuso una progresiva pérdida visual a consecuencia de unas cataratas que, al fin, pudieron ser reparadas mediante feliz intervención. Todavía en enero de 1893, con motivo de inaugurarse un nuevo edificio como sede de la Academia, pronunció un magnifico discurso, tan brillante y lleno de contenido como los que hizo en sus mejores tiempos. A poco, sufrió un proceso de afección catarral-reumática (así lo calificaron los distinguidos compañeros que le atendieron), de la que se repuso completamente tras breve estancia de descanso en el campo.

En junio, intervino de nuevo en una sesión académica, en la que trató con su habitual maestría y erudición del tema "Las fiebres y los antitérmicos".

Un mes después, en julio, se inició aparentemente su dolencia ultima, que unos y otros compañeros, en junta facultativa, calificaron de cirrosis atrófica con nefritis intersticial senil, relacionadas con arterioesclerosis.

En los meses siguientes fue progresando la dolencia, con edemas generalizados, ictericia pronunciada, digestiones cada vez más laboriosas, vómitos frecuentes y diarrea constante.

El día 4 de enero del año siguiente (1894) solicitó el mismo, animado del profundo fervor religioso de siempre, que le administraran el Viatico y seguidamente la Extremaunción.

En los días siguientes siguió siendo asistido espiritualmente por el Cura Párroco de San Sebastián (que era la Parroquia que le correspondía) y al fin, el día 15 de enero de 1894, a primera hora de la tarde, tras larga y penosa agonía, falleció (rodeado de su esposa e hijos y de sus leales amigos y compañeros), en su domicilio de la Plaza de Matute.

Amortajado con la toga de Catedrático, al día siguiente formaron parte del imponente cortejo fúnebre masas ingentes, en que se confundían Ministros y otros personajes políticos, con Catedráticos y profesionales de todas clases y una multitud inmensa de toda condición y clase.

Después de hacer estancia en San Carlos (donde fue depositado el féretro unos momentos, para rezar un responso por el Capellán del Hospital), siguió la comitiva fúnebre hasta la Academia, en la Calle Mayor, 6, y desde allí a la Sacramental de San Isidro, donde recibió cristiana sepultura.

La Academia, el Senado, la Sociedad Ginecológica Española, el Consejo de Sanidad, etc., celebraron días después solemnísimas sesiones necrológicas y la prensa diaria y las revistas profesionales (al frente de ellas, El Siglo Medico), rindieron unánime y sentidísimo tributo a la memoria de esa gran personalidad académica, profesional, científica y humana, que fue el Excmo. e Ilmo. Sr. D. Francisco Alonso y Rubio.

Fuente: “Galería de Presidentes de la Real Academia Nacional de Medicina”, Valentín Matilla Gómez, Real Academia Nacional de Medicina, 1982.