Real Academia Nacional de Medicina
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1888 - San Martín Satrústegui, Alejandro





Académico de Número
Real Academia Nacional de Medicina

Toma de Posesión: 29/01/1888

Sillón nº 25

Discurso de Ingreso: "Valor curativo de la Naturaleza en las enfermedades".

Contestación: Excmo. Sr. D. Matías Nieto Serrano.

Fallecimiento: 10/11/1908


Biografía:

Don Alejandro San Martin y Satrústegui nació en San Martin de Larrainzar, valle de Ulzama (Navarra) el día 17 de octubre de 1847.

Hizo sus estudios de Medicina en Madrid, licenciándose en 1868.

Medico titular de Ituren (Navarra) en 1869 y Doctor en el año siguiente.

Redactor de «El Siglo Medico» del 71 al 72 mediante una colaboración muy asidua.

En 1871, Catedrático de Terapéutica en la Facultad de Medicina de Cádiz, y también, por oposición, de Patología Quirúrgica de Madrid en 1882.

Ingresó en la Real Academia Nacional de Medicina el 29 de enero de 1888, cubriendo la vacante de don Jose de Arce y Luque, fallecido meses antes. Le correspondió la Medalla académica núm. 25.

Sin duda alguna, fue el Dr. San Martín una de las figuras más relevantes de la Medicina española de todos los tiempos.

Como Profesor era ejemplar. A un amor bien patente para la enseñanza unía su asiduidad y exacto cumplimiento de sus deberes, y sabía adoctrinar, porque además de un gran entusiasmo se entregaba a esa tarea con idéntica ilusión en la Cátedra, con sus lecciones magistrales; en la Clínica, a la cabecera del enfermo, y en el quirófano, con una técnica operatoria impecable y audaz.

Una larga serie de generaciones de alumnos recordaron siempre, con gran veneración, al maestro insustituible, y formó una pléyade de cirujanos que le sucedieron con personal brillantez en la Cátedra y fuera de ella.

Como cirujano, con su personal originalidad y corrección, contribuyó positivamente al progreso y perfeccionamiento del acto operatorio y con mucha frecuencia realizaba intervenciones nuevas y sumamente arriesgadas con seguridad y acierto perfectos.

Sus diferentes biógrafos coinciden con Ribera (otro soberbio cirujano y Profesor) en esas apreciaciones al enjuiciar la tan formidable personalidad que nos ocupa.

Fue asimismo un publicista extraordinario, con colaboración frecuente y precoz en sus inicios; escribió libros de Cirugía admirables en lo teórico y en lo técnico, y se prodigó en un sinnúmero de conferencias y discursos en Academias y Sociedades científicas, en Congresos nacionales y extranjeros, en el Ateneo. Representó a España en muy repetidas ocasiones cerca de la mayoría de las naciones europeas.

Como profesional alcanzó un prestigio incomparable y se requería su ayuda, en última instancia, con la mayor fe y confianza ilimitada.

Presidió Sociedades y Academias, Fue Consejero de Sanidad e Instrucción Pública, Senador del Reino por la Universidad Central y Ministro de Instrucción Publica y Bellas Artes, etcétera.

En la Real Academia, a lo largo de veinte años, desarrolló su actividad con un sinfín de intervenciones, conferencias y discursos altamente eruditos, aleccionadores e instructivos.

En fin, podemos, sin duda alguna, calificar esta personalidad como figura excepcional, representativa y ejemplar para nosotros.

Murió en Madrid el 10 de noviembre de 1908, y cumpliendo sus deseos, reiteradamente expresados, le fue practicada la autopsia -digno acto final, solemne y emotivo- en el gran Anfiteatro de la Facultad de Medicina.

Sus restos recibieron cristiana sepultura en Nuestra Señora de la Almudena por disposición testamentaria, donde hace constar que es católico, apostólico y romano. Otro ejemplo vivo para la posteridad.

Fuente: “202 Biografías Académicas”, Valentín Matilla Gómez, Real Academia Nacional de Medicina, Madrid, 1987.