Real Academia Nacional de Medicina
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Sesión del día 2 de Noviembre de 2004 - Ciencia y desarrollo económico

"Ciencia y desarrollo económico",

Federico Mayor Zaragoza

 

 

 

por el Excmo. Sr. D. Federico Mayor Zaragoza.

Catedrático de Bioquímica
Centro de Biología Molecular "Severo Ochoa"
Universidad Autónoma de Madrid

Académico de Número
Real Academia Nacional de Medicina

Sillón nº 35 - Farmacia -

 

 

- "El fomento de la investigación básica en la Unión Europea"

- "Economía basada en el conocimiento"

El día 15 de diciembre de 2003 presenté, como Presidente del ERCEG (European Research Council Expert Group) el informe titulado "The European Research Council-A cornerstone in the European Research Area" ("El Consejo Europeo de Investigación Científica- Piedra angular del área de investigación científica europea") al Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de Dinamarca, Sr. Helge Sander, quien, en su calidad de Presidente del Consejo de Ministros (sobre competitividad) de la Unión Europea , me lo había encomendado un año antes. En efecto, como consecuencia de la reunión de dicho Consejo de 26 de noviembre de 2002, el Ministro Sander me invitó a presidir un grupo de expertos con el fin de explorar las posibilidades de creación de un Consejo Europeo de Investigación, para el fomento de la ciencia básica en todas sus dimensiones en el área europea.

El grupo consultó a las instituciones relacionadas ya existentes, incluyendo el EURAB (European Union Advisory Board), la ESF (European Science Foundation), el ELSF (European Life Science Forum), Euroscience, la EUA (Asociación Europea de Universidades, la Academia Europea , la ALLEA (All European Academies), la EUROHORC (European Union Research Organizations Head of Research Councils), el EUROFORUM (European Governmental Scientific Research Organization), así como otras relevantes asociaciones científicas en las diversas disciplinas - EMBO, FEBS, CERN, ESO, etc.- con el fin de beneficiarnos de su experiencia y dejar bien sentado, desde el principio, que no se trataba de crear una gran "estructura" sino una estructura poderosa , con modestos recursos humanos y de espacio, pero con importantes medios financieros, que atribuiría gracias, precisamente, al concurso de las organizaciones existentes bien acreditadas.

Solicité observaciones, comentarios y sugerencias a quienes, algunos próximos colaboradores, podían hacer las aportaciones que les dictaba su propia trayectoria científica, académica, humana. Quiero destacar la contribución de la Profesora Rita Colwell, que durante los últimos años -hasta hace muy pocos meses- ha dirigido admirablemente la NSF (National Science Foundation) de los Estados Unidos, principal referente mundial para el objetivo que perseguíamos.

He de subrayar el apoyo unánime que, progresivamente, manifestó la comunidad científica europea. Acostumbrada a pedir, ha tenido que hacer un considerable ejercicio de adaptación para abandonar su habitual actitud mendicante y ofrecer a las altas instancias de gobierno europeo que reclamaban sus orientaciones, las propuestas cual y cuantitativas que podrían convertir a Europa, el año 2010, en "el líder mundial de la economía basada en el conocimiento". Esta fue la decisión de la Cumbre de Lisboa del año 2000, que desencadenó los acontecimientos que estoy describiendo. Alarmados por el declive de la competitividad productiva y comercial europea, por el descenso del número de patentes, por la "deslocalización" de empresas hacia el este y de sus laboratorios hacia el oeste pero, sobre todo, por el éxodo de jóvenes talentos hacia los Estados Unidos, los jefes de Estado y Gobierno consideraron que era urgente dar un gran impulso a la I +D en toda el área europea. Un año más tarde, en Barcelona, establecieron que la necesidad de acercar el porcentaje del PIB dedicado a I+D al 3% de los Estados Unidos y Japón.

Algunas cifras hablan por sí solas:

- Si bien los Estados miembro de la Unión Europea, en cifras promedias, tienen un número comparable de publicaciones científicas por habitante, la UE (sobre la base de los quince miembros que tenía antes de la última ampliación) se halla muy rezagada en relación a los Estados Unidos de América por la calidad de sus publicaciones: 926 publicaciones por millón de habitantes en los Estados Unidos y 818 en la Europa de los Quince, pero las publicaciones más frecuentemente citadas son superiores en Norteamérica. Así, el porcentaje de trabajos altamente citados representa en US el 1,64% del total, en Japón el 0,59% y en la Unión Europea sólo el 0,25%.

- De 101 premios Nobel otorgados en Química, Medicina y Física en los últimos 15 años, 68 fueron a parar a los Estados Unidos y sólo 23 en Europa.

- Una razón importante, aunque seguramente no la única, de estas diferencias es el volumen de recursos financieros dedicados a I+D: las inversiones públicas en investigación y desarrollo en los Estados Unidos representan el 2,69% del GDP frente al 1,93% en la Unión Europea (datos de 2002) y el crecimiento relativo es también mayor en el caso de Norteamérica.

- En la actualidad, el número de investigadores en relación a la "población laboral total" es muy superior en Japón y los Estados Unidos (9,3 y 8,1 por mil, respectivamente), comparados con el 5,4 en la Europa de los Quince.

- En la labor formativa de nuevos investigadores, la UE-Quince supera a los Estados Unidos y Japón (0,56 nuevos doctores en Ciencia y Tecnología por mil habitantes en la Unión Europea frente al 0,48 y 0,24 de los Estados Unidos y Japón, respectivamente). Pero, Europa tiene grandes dificultades para retener a los mejores de ellos, ofrecerles oportunidades y atraer a los mejores de otras partes del mundo. Este es en mi opinión uno de los principales defectos del sistema investigador en España y Europa, responsable en buena medida de la precaria situación actual. En efecto, las familias, el Estado y la sociedad, a través de fundaciones e instituciones diversas, realizan un considerable esfuerzo para mejorar la calidad y el número de las ayudas pre y post doctorales. Pero, tradicionalmente, hemos sido incapaces de atraer a los mejores y ofrecerles oportunidades una vez ya formados, y hemos visto como eran los Estados Unidos los que "cosechaban" los mejores frutos. Tendremos que imitar a los Estados Unidos de Norteamérica no sólo en las inversiones que realizan en I+D y en su capacidad para la utilización práctica del conocimiento, a través de las patentes y fórmulas de innovación oportunas, sino en el reclutamiento del profesorado universitario y de los investigadores científicos en general, para llegar a ser realmente "competitivos".

Estas son las principales situaciones y tendencias que deben enmendarse. Para ello -si de verdad se quieren alcanzar los objetivos fijados para el año 2010- será imprescindible ser muy riguroso en las cifras de cada uno de los países europeos y, particularmente, no caer en la tentación de juegos malabares con los "porcentajes promedios" que resultan de agrupar países como Suecia y Finlandia -con inversiones cercanas al 4% del PIB- y España, que no alcanza el 1%. El rigor y la transparencia deben aplicarse, desde luego, a separar de los porcentajes de I+D lo que pertenece a otros capítulos presupuestarios. Así, del 1 % español, un tercio aproximadamente está destinado a adquisición y desarrollo tecnológico de material militar. Sin comentar las necesidades que hoy pueda tener España al respecto, lo que está claro es que no deben situarse en el porcentaje de I+D. Lo mismo sucede con la participación del sector privado: con frecuencia las inversiones que figuran en el concepto "Innovación" son en realidad instalaciones y equipos de análisis, verificación de calidad, etc.

Cuando se tomó la decisión en la Cumbre de Lisboa, faltaban 10 años para que Europa se convirtiera en líder de la economía basada en el conocimiento. Ya han transcurrido cuatro, y el tiempo apremia. Sí la Unión Europea no quiere perder el papel que le corresponde en el escenario mundial -que no es únicamente económico pero es también económico- tendrá que adoptar decisiones políticas de gran envergadura sin mayor tardanza. Hubiera sido mejor que se hubieran adoptado por estudios prospectivos realizados a su debido tiempo, por la escucha de tantas voces que, desde hace muchos años, claman por la necesidad de fomentar la investigación básica..., que se hubieran adoptado muy en especial, por objetivos sociales y principios ideológicos y morales. Pero han sido provocadas por lo que tiene mayor capacidad de convencimiento en un mundo de intereses a corto plazo y gobernantes poco acostumbrados a mirar lejos: por imperativos económicos. Pues bien: hay que aprovechar la ocasión para, de paso que gana en competitividad, pueda Europa imprimir caracteres propios que, en unos años, contribuyan a que el conjunto del planeta se beneficie, con una nueva visión del desarrollo, de la fortalecida cartera europea.

Las propuestas del ERCEG pueden resumirse así:

1) Establecimiento por la Unión Europea de un fondo europeo para el fomento de la investigación básica de alta calidad, y de un Consejo para administrarlo. Deben apoyarse los mejores grupos en las universidades e instituciones científicas de Europa, para incrementar la base de conocimientos que condiciona el desarrollo económico, industrial, cultural y social, favoreciendo en consecuencia la competitividad y capacidad de innovación de la Unión Europea en todas las dimensiones.

El fondo debe aplicarse para el fomento de la investigación básica en todos los campos de la ciencia, incluyendo desde luego las Humanidades y Ciencias Sociales. Sus decisiones se basarán en criterios científicos y el uso de un proceso de selección riguroso y transparente de "revisión por pares". Debe promocionar los proyectos interdisciplinarios, especialmente en las áreas de investigación emergentes.

Para conseguir el impacto necesario, el fondo requeriría contar durante los 3-5 primeros años una cantidad anual de al menos dos mil millones de Euros. Estos fondos, procedentes de la Unión Europea , deben figurar en las "perspectivas financieras" del próximo programa marco sexenal (el séptimo, de 2007 a 2012).

2) Autonomía : el Consejo debe operar con plena autonomía en todos los temas científicos y académicos, incluyendo la política de financiación. Esta autonomía es imprescindible para asegurar la credibilidad del Consejo ante la comunidad científica y los Estados miembro.

3) El Consejo presentará los resultados científicos, contables y administrativos de su misión ante los correspondientes órganos de la Unión Europea.

4) El Consejo utilizará para el cumplimiento de su función las instituciones europeas ya existentes. Puesto que las universidades constituyen el destinatario natural de una parte muy importante de los fondos para investigación básica, deberán procurar estar a la altura de este nuevo desafío, que tantos beneficios puede conllevar al área europea de investigación.

Simultáneamente, es indispensable, reforzar los vínculos entre las instituciones académicas y científicas y las empresas, de tal manera que se alcancen los objetivos concretados en la Declaración de Barcelona (2001). Europa ha demostrado en el pasado una gran capacidad de cooperación internacional, hasta el punto de alcanzar en algunos casos -como el del CERN, en Física Nuclear - la más alta graduación mundial. Hace tan sólo 2 semanas, se celebraba, en Ginebra, el 50 Aniversario de la creación del CERN, consecuencia de la propuesta del Premio Nobel norteamericano Isidor Rabi a la Conferencia General de la UNESCO de Florencia (1950). Mediante un acuerdo franco-suizo, el CERN ocupó un espacio transfrontera, con sede en Ginebra, y constituye hoy, con el más potente acelerador de partículas, el LHC (Large Hadron Collider), el centro de investigación básica en Física de partículas más importante del mundo. Unos 700 ingenieros y científicos norteamericanos, en número mayor que el de los europeos, utilizan hoy sus extraordinarias instalaciones. Algo parecido, en cuanto a prestigio internacional, podría decirse del EMBL (European Molecular Biology Laboratory), del ESO (European Southern Observatory), ESA (European Space Agency), etc.

En los anexos que acompañan al informe -cuya extensión se limita a 3 páginas - se comentan con mayor detalle las implicaciones del funcionamiento del Fondo relativas al reclutamiento, formación y situación laboral de los profesores e investigadores, así como de las infraestructuras y recursos compartidos que son imprescindibles para un empeño de esta naturaleza.

Señor Presidente, Señores y Señoras:

Según la Real Academia Española, "conocimiento" significa "acción y efecto de conocer; entendimiento, inteligencia, razón natural; noción, ciencia, sabiduría". Indico todas estas acepciones, porque, como catalán, sé que "coneixement" indica con mayor frecuencia sabiduría que saber. Es la recomendación de un comportamiento sensato, lúcido, sereno. Creo que es absolutamente imprescindible para el esplendor de Europa que cuando hablamos de "economía basada en el conocimiento" tengamos muy en cuenta este significado.

Y que promovamos, por tanto, un proceso educativo, que culmine en las Universidades, para formar ciudadanos del mundo, capaces de participar, de elaborar sus propias respuestas y argüir en su favor, de dirigir, en suma, su propia vida. Un proceso que siga las cuatro grandes "pistas" de Jacques Delors, aprender a conocer, a hacer, a ser y a vivir juntos. Y, en el grado universitario, es fundamental aprender a emprender. Por eso es particularmente relevante la conjunción empresa-universidad. Porque son los empresarios los que saben medir adecuadamente el momento de "emprender". Me gusta repetir que el riesgo sin conocimiento es peligroso, pero el conocimiento sin capacidad de riesgo, inútil. Por ello, la política científica debe situarse al más alto nivel de la gobernación de un país - y de la Unión Europea- porque su estructura polimórfica (académica, científica, empresarial, sanitaria, agrícola, medioambiental, marina, etc.) no admite parcelaciones.

Desde la década de los 60, las Naciones Unidas han establecido que el auténtico desarrollo debe ser integral (económico, social, cultural), sostenible... y humano. En 1995, en la Cumbre de Derecho Social de Copenhagen, todos los países suscriben unos "compromisos" que evitarían los hechos que separan a los países más avanzados de los menesterosos y contribuirían de este modo a la estabilidad y seguridad globales.

El conocimiento, aplicado en sus dos principales acepciones debe, sobre todo, favorecer un desarrollo endógeno generalizado, atendiendo las necesidades de salud, vivienda, educación, justicia, etc. que apremian a más de la mitad de los habitantes de la Tierra. Durante siglos nos hemos preparado para la confrontación. En las escuelas nos han repetido el proverbio perverso de "si quieres la paz, prepara la guerra". Es lógico que, después, se haga aquello para lo que nos han preparado. Ahora debemos prepararnos para construir la paz, para, todos juntos, hacer frente a los grandes retos que plantea el futuro de la humanidad en estos albores de siglo y milenio. Algunos analistas dicen que China alcanzará a Europa en su desarrollo económico en el año 2018 y a mediados de siglo alcanzaría a los Estados Unidos. China y la India , no cabe duda, son dos grandes potencias que se incorporarán a pasos agigantados a esta "competición" actual entre los Estados Unidos, la Unión Europea y Japón y por lo que es imprescindible que, desde este momento, se construya, con firmeza y perseverancia, la colaboración y no la confrontación. En investigación científica, Asia está realizando un gran esfuerzo, en sus universidades y "parques" científicos. Deberá ahora, como en el caso de Europa, ver cómo pueden transformar la investigación en innovación, en iniciativa empresarial propia porque, de otro modo, teniendo en cuenta las "implantaciones" de grandes empresas extranjeras, especialmente norteamericanas -automóviles, productos químicos y farmacéuticos -, los frutos de su empeño irán a parar a manos muy avezadas en la comercialización.

Sí: conocimiento y "coneixement" para darse cuenta en profundidad de la realidad global, por compleja que sea, con un enfoque transdisciplinar que hoy es imprescindible porque -me gusta reiterarlo- no se puede transformar la realidad si no se la conoce. La economía basada en el conocimiento -"no hay ciencia aplicada si no hay ciencia que aplicar"- y en el buen sentido. Pero, también, en la consideración de todo el panorama mundial, de la realidad del conjunto del planeta, para poder actuar en consecuencia.

Se requiere una economía basada en puntos de referencia éticos, con los acentos propios de cada ideología. En la que la confusión actual se desvanezca y se logren -a través de una educación permanente de gran calidad - ciudadanos preparados, exigentes, capaces de reconducir las actuales tendencias, propias de una deriva desenfrenada y desconsiderada con las generaciones venideras.

Una economía que facilite la creatividad y, por tanto, promueva la "tensión humana" necesaria para la fiel expresión de la diversidad cultural, que es la riqueza de los pueblos, y de los principios que la unen, su fuerza.

Una economía que tenga su punto de mira, muy especialmente, en el futuro, es decir, en los jóvenes, en las generaciones que llegan a un paso de nosotros. De nada servirá el fantástico desarrollo tecnológico alcanzado... si el desencanto y la indiferencia cunden entre los que deben protagonizar los escenarios dentro de unas décadas, el curso de la historia. La embriaguez, el sentimiento de desamparo, las adicciones, las adherencias en lugar de alas grandes y libres de cualquier tipo de lastre. Invertir todo lo que haga falta para que los padres, los profesores, la sociedad en su conjunto pueda ocuparse, uno a uno, con amor "particular", de los niños, adolescentes y jóvenes. No hay mejor inversión. Ellos y no otra deben ser la gran prioridad de la economía del conocimiento a partir de ahora.

Que el timón esté en manos de políticos, guiados por ideales, valores, ideologías y no de técnicos. En manos de gobernantes y no de entramados financieros que lo dominan todo. En manos de los parlamentos, que representan a todos los ciudadanos, y no en manos de unas cuantas corporaciones que, a escala nacional e internacional, campan a sus anchas, sin más brújula que el mercado.

Economía del conocimiento para invertir en la reducción del impacto de las catástrofes naturales y provocadas mediante alianzas internacionales - esencialmente con los países vecinos- para concertar en un momento dado, los mejores recursos humanos y técnicos. Los incendios forestales, las inundaciones -hace poco en la revista "The Economist" ponía de manifiesto lo que representa, en muchas dimensiones, incluidas las económicas, la " tiranía de los monzones" - ... son calamidades, con frecuencia recurrentes, que cuestan mucho (sobre todo, en vidas y sufrimiento humano) y podrían evitarse en buena medida. Pestes, como las del ganado, las agrícolas, o la "langosta", que podrían, asimismo, prevenirse o reducirse. La FAO ha pedido recientemente ayuda sobre la peste de la langosta: se necesitan alrededor de 80 millones de dólares y sólo se han recaudado unos 30. La plaga de 1987 - 89 costó aproximadamente 300 millones de dólares. La ONU alertó a mediados de octubre sobre el crecimiento progresivo de los efectos negativos de las catástrofes: en 2003, más de 76.000 personas murieron en desastres naturales y 254 millones de personas se vieron afectadas por estos fenómenos. Se calcula que las pérdidas económicas ascendieron a 44.000 millones de Euros. El 75% de la población mundial vive en áreas en donde tienen lugar con mayor frecuencia este tipo de catástrofes.

Una economía que invierta en Sanidad, sobre todo en medidas preventivas. La salud de todos los ciudadanos del mundo es una de las condiciones para este desarrollo equitativo -nombre de la paz- en todo el mundo.

He dicho en varias ocasiones que, en 1989, se hundió un sistema que, basado en la igualdad, había olvidado la libertad. Ahora zozobra el régimen que, basado en la libertad, ha olvidado la igualdad. Y la solidaridad. La economía basada en el conocimiento y el "coneixement" deberá abandonar de una vez los caminos trillados de unas normas que han concentrado más riqueza en unos cuantos en lugar de distribuirla a lo largo y ancho de la Tierra. Y , poco a poco, convertir "las lanzas en arados", como proclama la profecía de Isaías grabada en la sede de las Naciones Unidas de la Isla de Manhattan. Para transitar desde una cultura de fuerza a una cultura de la palabra y el diálogo, del entendimiento y de la fraternidad, tal como proclama el artículo primero - tan poco leído y observado - de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Menos espadas y más medios para un gran plan global de desarrollo, del que surgiría la economía de este otro mundo posible que anhelamos. El siglo XXI sería así, por fin, el siglo de la gente. De la democracia genuina. De los jóvenes rescatados de la indiferencia y de los horizontes sombríos que hoy les ofrecemos. Para el gran salto desde la razón de la fuerza la fuerza de la razón, invertir más en educación, justicia y salud. Y, menos, en armas. Invertir en lo que constituye nuestra esperanza en los tiempos turbulentos: el talento, la capacidad creadora de cada ser humano único. En personas educadas, que "dirijan con sentido la propia vida". Que sepan aplaudir y disentir según sus propias reflexiones. Y actuar de acuerdo con ellas y no inducidos por el omnipresente y omnímodo poder mediático que los convierte en actores tristes de papeles pensados por otros. Una economía solidaria, para que la mano alzada se transforme para siempre en mano tendida. Y dé respuesta a aquellos versos juveniles de mi hijo Federico sobre soldados adolescentes: "¿quién ha puesto en su mano un fusil y no una pluma, un fusil y no otra mano?"...