Real Academia Nacional de Medicina
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1904 - Huertas y Barrero, Francisco





Académico de Número
Real Academia Nacional de Medicina

Toma de Posesión: 29/05/1904

Sillón nº 14

Discurso de Ingreso: "El artritismo y sus manifestaciones cardiovasculares".

Contestación: Excmo. Sr. D. Carlos María Cortezo.

Fallecimiento: 03/12/1933


Biografía:

Don Francisco Huertas y Barrero nació en Alcuéscar (Cáceres) el día 18 de diciembre de 1847 en el seno de una familia humilde. Al amparo de un tío suyo, en Madrid, en el Instituto de San Isidro cursó el Bachillerato y en el Colegio de San Carlos la carrera de Medicina, obteniendo el grado de Licenciado en 1871 y el de Doctor en 1876.

Recién Licenciado ejerció la profesión en Garrovilla (Badajoz) durante un par de años. En 1875 fue nombrado Médico supernumerario de la Beneficencia Municipal de Madrid, y cinco años después, por oposición, numerario con destino en el Distrito del Hospital.

Antes, y también por oposición, ingresó en el Cuerpo de Sanidad Militar, renunciando seguidamente por motivos de salud. En 1883, con brillantes ejercicios de reñida oposición, consiguió una plaza de Médico supernumerario de la Beneficencia Provincial con destino al servicio de guardias. Tres años después ascendió a numerario, destinado a las salas de variolosos, donde realizó una labor meritoria.

A petición propia, pasó unos años después a regentar un Servicio de Medicina en el Hospital General, al frente del cual permaneció hasta su jubilación, prestigiándolo notablemente. Desde entonces desarrolla una activa y diaria labor docente con carácter privado, rodeado de Alumnos y Médicos jóvenes que saben apreciar su maestría y alta calidad de clínico expertísimo. Muchos años antes fue distinguido con el título de Médico honorario de la Beneficencia Municipal.

Perteneció durante mucho tiempo como Vocal del Real Consejo de Sanidad. Formó parte de muchos tribunales de oposición a plaza de Beneficencia Municipal y Provincial, de algunas Cátedras y otras varias. Vicepresidente de Sección de la Academia Médico-Quirúrgica a la que concurría asiduamente, presentando mociones y comunicaciones interesantes.

Concurrente a Congresos, tales como el XIV Congreso Internacional de Medicina, en el que fue Vicepresidente de la Sección de Medicina, Congreso Internacional de Higiene, de Barcelona, de Budapest, etc. Desempeñó Comisiones científicas en París, Berlín, Londres. Con el Dr. Mendoza, ilustre sanitario, realizó un concienzudo estudio sobre el paludismo en Extremadura.

En 1823 fue elegido Senador en representación de la Academia. Gran Cruz de Isabel la Católica. Publicó numerosísimos trabajos de gran sabor clínico y alto valor científico, tales como «La erisipela», «Neumonías poco frecuentes», «La pleurotomía», «Corazón y vasos», «La viruela», «La Malaria y su tratamiento », «Terapéutica de los sudores en los tísicos», etcétera.

Por encima de otros muchos méritos y virtudes personales, fue, sin duda, uno de los más acreditados clínicos españoles de la época contemporánea que estudiaba meticulosamente a los enfermos y cuidaba especialmente de su tratamiento. Por eso nada extraña que fuese requerido constantemente por enfermos poderosos o de clase humilde; a unos y a otros atendía con exquisita solicitud y no descuidaba jamás. De su celo profesional hay, entre otras, una referencia expresiva: diez días antes de morir, a los ochenta y siete años, hizo un viaje en automóvil para atender a un enfermo en Extremadura.

En la Real Academia de Medicina fue elegido como Académico de número el 27 de febrero de 1902, a propuesta de los Académicos Dres. Rodríguez y Abaytúa, Fernández Caro, Grinda, Mariani y Hergueta. Sucedió al malogrado Dr. Pascual Candela con la Medalla núm. 14. La toma de posesión del Dr. Huertas se realizó en sesión pública del día 29 de mayo de 1904, en la que pronunció un brillante discurso sobre «El artritismo y sus complicaciones cardio-vasculares». La contestación correspondió al ilustre Dr. Cortezo. Casi treinta años ocupó su Sillón académico, prestando a la Academia servicios inestimables y colaboración activa. El fallecimiento de su esposa produjo en él un dolorosísimo impacto que contribuyó, sin duda, a adelantar su fin. Éste se produjo el día 3 de diciembre de 1933, lo que ocasionó una sensación de desolación para todos los que le conocían.

Fuente: “202 Biografías Académicas”, Valentín Matilla Gómez, Real Academia Nacional de Medicina, Madrid, 1987.